Otro testimonio anónimo que ha llegado al mail ansiedadytoc(arroba)gmail.com. Este es de un universitario que lleva sufriendo ansiedad durante muchos años y que nos cuenta cómo le afecta en su día a día.


Desde pequeño he tenido un problema en casa. Tengo el típico padre narcisista que tiene que recordarte cada 2×3 lo bueno que era él en el colegio, las matrículas que sacaba y lo malo que eres tú en comparación con su “carrerón”.

Lo de mi ansiedad empezó cuando todos esos comentarios me llevaron a tener un complejo de inferioridad del copón. Podía estar horas y horas empollándome un examen pero, cuando llegaba el momento de empezar a rellenar esa hoja de papel llena de preguntas, me colapsaba.

Mi padre me provocó un complejo de inferioridad que me llevó a la ansiedad

Normalmente eran solo nervios y podía superarlos para terminar el examen. Los nervios no me bloqueaban.

Las PAU: se abre la caja de pandora

Con el tiempo, la cosa fue a peor y esos nervios se empezaron a descantillar.
Sudores fríos, temblor en las manos, blancazos…

El peor día fue el primer día que tuve las PAU. Examen de historia. Me lo sabía de pe a pa pero cuando repartieron las hojas, empezaron los temblores, uno de los síntomas más evidentes de la ansiedad aunque, por aquel entonces, no lo sabía. Los temblores se convirtieron en manos sudadas, boca seca… y colapsé. Tuve que pedir salir de la clase en la que estábamos haciendo la prueba. La persona que me acompañó fuera me preguntó si es que estaba con algún virus o algo. Estaba totalmente pálido y tuve que ir al lavabo a vomitar de los nervios.

Obviamente, el examen no fue todo lo bien que tenía que ir. Ni este, ni los que vinieron después.

El segundo día de las PAU, tuve que ir de Clonazepam. Como no me había tomado ninguno en mi vida, llevaba un globo alucinante, por lo que no salieron bien tampoco los exámenes.

No hay que ser un genio para intuir que suspendí las PAU y me tuve que volver a presentar. Todo por la puta ansiedad. Pero eso no terminó ahí.

Los exámenes de la universidad

Los exámenes de la uni no fueron mejor. Llegó un punto en que algunos compañeros de clase ya se descojonaban de mí porque cada vez que iba a entrar en un examen, me venía un blancazo.

Siempre iba acompañado de mi Clonazepam por lo que pudiese pasar. De hecho, me ponía más nervioso antes de los exámenes que durante los exámenes.

Examen en el que perdía los nervios, examen que palmaba. Y ya en el segundo año de universidad, me decidí a hacer algo.

Así lidié con mi ansiedad

Estuve buscando clínicas en Madrid (donde vivo) y, después de dar varias vueltas por Internet buscando opiniones de clínicas para curar la ansiedad, descubrí a los de la Clínica de la Ansiedad. No sé si fue por el nombre o por cosas que leí en su blog o por los vídeos como este que te pego aquí

Pero me molaron mucho y decidí tratarme ahí.

Mi tratamiento consistió en mezclar medicación (el mismo Clona) con:

  • meditación
  • ioga
  • aumentar mi confianza e intentar acabar con el complejo de inferioridad (la base de todo)
  • modificar los pensamientos negativos que hacían que perdiera los nervios: “no aprobarás esto ni de coña”

Si no frenas los nervios, es muy jodido que puedas hacer un tratamiento como dios manda. Tienes que tener la mente despejada y no acelerada.

Después de seis meses de tratamiento, pude enfrentarme a los exámenes como un alumno más y, ¿sabéis qué? las notas también cambiaron.

El afrontar el problema hizo que ahora pueda ir al curro sin tener los mismos problemas porque recuperé la confianza en mi mismo. Y ahora estoy a lo que me echen, porque creo que puedo con todo.

Espero que esto le sirva a alguien con el mismo problema.