Por lo general esta es una de las consideradas “drogas blandas” –como si existiera alguna que lo fuera- pero sus efectos sobre la salud son evidentes y puede llegar a convertirse en una adicción más con todos los problemas que esto acarrea tanto social como individualmente.
Es bastante duro reconocer que somos adictos a la Marihuana o a cualquier otra sustancia. Siempre tendemos a negárnoslo a nosotros mismos y a cualquiera que tenga la confianza suficiente para decirnos que estamos abusando: “yo contolo”.
En el caso particular del cannabis además ocurre en cierta medida como con el alcoholismo en el sentido de estar considerada una droga menos negativa que el resto, de hecho los primeros en quitar trascendencia a su consumo son los propios adictos.
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¿Por qué nos volvemos adictos?
En el caso concreto del Cannabis, al ser una droga asequible en cuanto a precio y fácil de encontrar, lo más habitual es iniciarse en al adolescencia. Resulta demasiado sencillo ceder a la presión social y empezar con los famosos porros en el barrio.
Desde el momento en que empezamos a consumir María fumada, vapeada o incluso dentro de un pastel o cualquier otro alimento, entran en juego los dos componentes básicos: el THC y el CBD. El primero es el que tiene el poder de “colocar” por ser un agente psicoactivo, el segundo es el que ayuda a conseguir una sensación de calma (el que se busca de manera más o menos terapéutica).
¿Es verdad que es una droga de entrada? Bueno, hay quien lo discute pero la experiencia propia y la que me ha tocado vivir me demuestra que es el principio de la escalada. Cuando se pierde el miedo a la droga y se va siempre un poco más allá estamos entrando en una dinámica de adicción. Si además tenemos ansiedad, depresión o cualquier otro desorden compulsivo… hay demasiadas papeletas para convertirnos en carne de cañón.
Mitos sobre el consumo de Marihuana
Por favor si has llegado hasta aquí es porque tú o alguien de tu entorno podría estar teniendo un cuadro de adicción. Es muy importante que no te creas ciertos mitos sobre el consumo de cannabis que se suelen utilizar por parte de los que realmente hemos tenido un problema en este aspecto para justificarnos.
La marihuana es medicinal
Esto es falso. Lo que sí es cierto es que en determinados pacientes con problemas médicos se utiliza a modo de terapia por los efectos que el CBD o canabinoide tiene en el cerebro.
Digamos que gracias a este químico se pueden inhibir las nauseas, tiene un cierto componente analgésico, ayuda controlar espasmos o convulsiones y estimula el apetito en pacientes que lo han perdido por motivo de la propia enfermedad o del tratamiento. Esto no quiere decir que cure, simplemente que se utiliza terapéuticamente para reducir algunos síntomas asociados a dolencias concretas.
En el caso de sujetos sanos que fuman, inhalan o ingieren de cualquier otro modo la Marihuana y que, además, lo hacen de manera crónica o excesiva, los efectos pueden llegar a ser muy negativos presentando problemas de ansiedad , depresiones y ciertos trastornos de la personalidad.
La María no es un fármaco como tal, pero si lo quisiéramos conceptualizar como tal tendríamos que separar los efectos recreativos de ella y consumirlo de manera paliativa a otra enfermedad y bajo prescripción o control de un doctor.
Es menos perjudicial que el tabaco
Este es uno de esos mitos que se caen por su propio peso. En primer lugar porque, aunque hay otras maneras de consumirla, por lo general se asocia el uso de esta droga al tabaquismo por una simple cuestión de “modo de empleo”
La realidad es que el patrón de consumo hace que sea incluso más dañina que el tabaco para los pulmones. Se inhala en mayor cantidad, más profundamente y, además, se retiene el humo por más tiempo dentro de los pulmones lo que hace que sufran todavía más.
Por si esto fuera poco se da la circunstancia de encontrar numerosos informes que vinculan la Marihuana con la tuberculosis, problemas cardiacos, bronquitis y… cáncer de pulmón. De hecho hay aún más componentes cancerígenos en ella que en los cigarros de tabaco comercial.
No “engancha”
Digámoslo sin paños calientes: la Marihuana crea adicción como cualquier otra droga. De hecho si has llegado hasta esta página es porque ya te has dado cuenta que no puedes “dejarlo cuando quieras”.
La razón es que además de las cuestiones psicológicas asociadas a conductas que nos generan bienestar en el corto plazo, está la adicción química que produce el THC (Tetrahidrocanabinol) presente en la planta. Gracias a este componente se estimula químicamente el cerebro para generar una descarga de endorfinas.
Resumiendo: no caigas en la trampa de pensar que puedes consumir sólo hasta que decidas dejar de hacerlo sin sufrir las consecuencias.
La Marihuana no tiene efectos secundarios
Para empezar, en muchos casos, suele estar vinculada al consumo de tabaco con lo que estamos acarreando los problemas de salud que genera el tabaquismo.
Más allá de eso, químicamente, la Marihuana bloquea la producción de dopamina en el cerebro, lo que tiene efecto sobre la atención y la capacidad de concentración. Además nos vemos reducida nuestra capacidad para sentir placer y cada vez nos estimula en menor medida con lo que vamos aumentando de manera progresiva el consumo y esto resulta en una mayor incidencia de todos los efectos adversos sobre nuestro organismo.